El miedo al “Calentamiento Global” no es ciencia,
es para reducir la población
Informe Especial de EIR
Defendamos a la humanidad del fraude satánico del cambio climático
El papa de la corona británica para la despoblación: CBE Hans Joachim Schellnhuber
"Métodos" de los alarmistas climáticos
Alemania: Caso ejemplar en el fracaso de la energía verde
Por Helga Zepp-LaRouche
Exactamente 70 años después del fin de la dictadura nazi, están en marcha preparativos, en gran medida desapercibidos o erróneamente interpretados por nuestros desprevenidos contemporáneos, para establecer un gobierno mundial fascista que excedería los sueños más audaces de Hitler. En lugar de la desacreditada doctrina de la eugenesia, que utilizaban como pretexto para la eliminación de las llamadas "razas inferiores", hoy es el fraude del cambio climático supuestamente antropogénico el que ofrece el argumento para establecer una eco-dictadura mundial cuyos resultados y cuya intención declarada es eliminar 6 mil millones de seres humanos, si no se le detiene.
Del 30 de noviembre al 11 de diciembre de este año se llevará a cabo en París la Cumbre del Clima COP21/CMP11, también llamada "París 2015". Se supone que llegará a acuerdos internacionales vinculantes, obligando a cada nación del mundo a aceptar las llamadas metas climáticas para mantener el calentamiento global en menos de dos grados Celsius. Esta será la conferencia diplomática más grande que haya tenido lugar en París, un espectáculo descomunal con cerca de 40,000 participantes y se supone que será la conclusión culminante de una serie sin precedentes de docenas de conferencias internacionales durante este año sobre el tema del cambio climático antropogénico, con el objetivo de obtener acuerdos de líderes políticos, de representantes de la industria, sindicalistas, representantes religiosos y grupos sociales de todo tipo para este contrato social que se aproxima.
Aunque esta teoría, difundida con un gasto sin precedentes en propaganda, ha sido aceptada por muchas personas crédulas, no es de ninguna forma "ciencia demostrada" sino más bien "vino viejo en odres nuevas"; es decir, el intento de establecer un gobierno mundial que se elimine la soberanía nacional y de este modo la posibilidad de que los individuos participen en el gobierno a través de un sistema representativo. En su lugar se pretende que haya un tipo de oligarquía feudal moderna, en la cual el club de multimillonarios y millonarios viva en lujo grosero mientras que la mayoría de la población debe quedarse en el atraso con niveles de vida reducidos drásticamente, menor esperanza de vida y capacidades cognitivas disminuidas.
El medio para este fin es la campaña de miedo por el cambio climático producido por el hombre, que se supone inducirá a la gente a que voluntariamente prescinda prácticamente de todos los logros de progreso material y social de la industrialización. La meta de tal eco-dictadura es la "gran transformación de la economía mundial" para el empleo exclusivo de las mentadas fuentes de energía renovables y por lo tanto de la "descarbonización" de la economía, en la cual tanto la energía nuclear como los combustibles fósiles desaparecen tan rápido como sea posible.
La prueba que se ofrece del cambio climático causado por el hombre consiste de modelos de computadora arreglados, en donde el resultado deseado se determina de antemano, y se seleccionan segmentos de datos históricos sobre el clima de tal manera que parecen demostrar el efecto de los llamados gases de invernadero producidos por la producción industrial y agrícola de la humanidad. Pero muchos científicos han demostrado que este juego de seleccionar datos climáticos es completamente deliberado y programado para este propósito y que se ofrecen conscientemente escenarios creados por computadora como si fuesen prognosis "científicas". Hay muchos estudios que muestran esta falsedad y aclaran que la porción de concentración de CO2 en la atmósfera producido por el hombre es insignificantemente baja, concretamente 0.018%; pero más importante aún, aclaran que la conexión entre las emisiones de CO2 y el cambio del clima no está probada y que por lo tanto todo el argumento está basado en un fraude espectacular (ver Sección II de este Informe Especial).
La reducción de la tecnología energética
Si observamos el clima de la Tierra por un período de millones de años, los cambios de períodos cálidos, edades de hielo, períodos interglaciares, pequeñas edades de hielo, períodos de recalentamiento después de las eras glaciares, etc., son resultado de las radiaciones cósmicas en relación con los ciclos de actividad de nuestro Sol, en el cual el número de manchas solares es una medida de la producción energética del Sol; de los cambios en las características de la órbita de la Tierra; y de la posición cambiante del sistema solar en nuestra galaxia, para nombrar sólo algunos de los parámetros cambiantes.
sustainability2009.commerzbank.com
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Lo que está muy bien comprobado, al contrario del cambio climático antropogénico, es la relación entre la densidad de flujo energético aplicado en el proceso de producción y el número de seres humanos que puede mantener ese nivel de proceso de producción (ver Sección III de este informe especial). Con la pretendida descarbonación de la economía mundial y la satanización simultánea de la energía nuclear, reduciendo a la sociedad solo a fuentes de energía renovables, también se reduce la población potencial que se puede mantener con esas densidades de flujo energético menores, para regresarnos al potencial de población de la era preindustrial, es decir, un máximo de mil millones de personas.
Y justo tal reducción de población es la intención manifiesta de, por ejemplo, el príncipe Felipe, cuya declaración incalificable de su deseo de renacer como un virus mortal para ayudar mejor a esta intención, es famosa. Este es también el significado cínico de Hans Joachim Schellnhuber, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Clima (PIK) y recientemente asesor del Papa Francisco para asuntos del clima, quien durante la afortunadamente fracasada Conferencia del Clima de Copenhague de 2009 festejó como un "triunfo de la ciencia" y prueba del cambio climático, que el equilibrio planetario exige una población humana de menos de mil millones.
Detrás de esto acecha la vieja visión oligárquica de que la élite gobernante tiene permitido reducir periódicamente la población de esclavos, siervos o a las clases inferiores que se han vuelto demasiado numerosas, de la forma en que se puede sacrificar selectivamente un rebaño de ganado si es necesario. La idea de humanidad asociada con este punto de vista perverso la describió exactamente, por ejemplo, Joseph de Maistre en su "Carta a un noble ruso sobre la inquisición española". Es la proposición arrogante de que sólo la propia clase superior posee esencialmente los privilegios dados por Dios, mientras que la masa de la población se puede aterrorizar hasta la ansiedad y el miedo para mantenerla así bajo control. Toda la historia de los períodos imperiales y coloniales es una sola historia de esta práctica bestial, en la cual una clase alta es vista como una raza superior, cuya supuesta superioridad debe defenderse en toda forma posible.
Una variante más reciente de esta tradición oligárquica apareció en la forma de la eugenesia, la teoría bautizada de ese modo por el antropólogo británico Francis Galton en 1883, según la cual es deseable esforzarse para la pretendida pureza de esta raza superior por los mismos criterios empleados en la crianza de caballos o perros. Había sociedades eugenésicas organizadas en varias naciones europeas y en Estados Unidos al inicio del siglo 20, lo cual fomentó la mayor admiración hacia la teoría racial de Adolfo Hitler y los Nacional Socialistas, y todo un conjunto de miembros prominentes y adherentes, tales como Prescott Bush o Averell Harriman, dieron apoyo financiero activo para la toma de poder de Hitler.
Eugenesia renombrada "ecología"
Luego de la "exitosa" aplicación de la eugenesia en las operaciones del holocausto del Tiergarten 4 y los campos de concentración, este método bestial, naturalmente, fue censurado. Julian Huxley, un abierto simpatizante de la eugenesia, escribió en 1946 en el documento oficial de las Naciones Unidas "UNESCO, su propósito y su filosofía": "Aún y cuando es bastante cierto que cualquier política eugenésica radical será, por muchos años, política y filosóficamente imposible, será importante que la UNESCO vea que el problema de la eugenesia se examine con el mayor de los cuidados y que la mente del público sea informada de las cuestiones en juego, de modo que mucho de lo que ahora es impensable pueda al menos llegar a ser pensable". Huxley lanzó una campaña para reemplazar el término desacreditado de eugenesia con el término de protección ambiental y ecología.
Huxley, presidente de la Sociedad Eugenésica Británica desde 1959 a 1962, trabajó desde 1961 en adelante junto con el príncipe Felipe en la creación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), una organización responsable de evitar innumerables proyectos de infraestructura y desarrollo por todo el mundo y responsable de una gran parte de la miseria que sufren los países del llamado Tercer Mundo. El príncipe Felipe logró a través de estos propagandistas fanáticos, conseguir que la idea de la reducción de la población fuese elevada a una prioridad política internacional; y procuró por encima de todo la meta de hacer que la idea de la protección del ambiente fuese aceptada por las grandes religiones monoteístas, en cuya visión optimista de la humanidad, él veía la barrera más grande a sus pérfidos planes. La representación bíblica del hombre como la cúspide de la Creación, como lo define explícitamente el cristianismo, tenía que ser remplazada por cualquier medio, por el concepto de que los seres humanos somos meros custodios de la Naturaleza, que no ocupan ninguna posición preeminente, sino al contrario, que representan un cáncer que amenaza a la Naturaleza.
Como uno de los muchos propagadores de esta idea verde (en camisa parda), destaca Hans Joachim Schellnhuber, llegando a recibir el título de nada más y nada menos que CBE, Comendador de la Orden del Imperio Británico, y fundador y director del Instituto Potsdam para la Investigación del Clima. Más aún, él es, entre otras cosas, actual codirector de la Junta de Asesores Científicos del gobierno alemán sobre el Cambio Ambiental Global (WBGU, Wissenschaftlichen Beirat der Bundesregierung globale Unweltveränderungen), y más recientemente miembro de la Academia Pontificia de Ciencias. Obscuro a pesar de sus muchos títulos, Schellnhuber lamentablemente saltó a la fama de repente, durante la fracasada Cumbre Climática de Copenhague en 2009, por su tesis de que la capacidad de carga de la Tierra sólo permite una población humana de menos de mil millones.
La reina despliega a Schellnhuber
Ya en 2004 él había sido designado por la reina Elizabeth II, junto con sir David King, el asesor del gobierno y la monarquía británica para asuntos del clima, para ser enviado en una misión a Estados Unidos para convencer al presidente George W. Bush sobre el cambio climático antropogénico. Esta operación debió haber excedido por mucho los límites que Bush consideraba aceptables, porque él más tarde se quejó con Tony Blair al respecto.
También en 2004, la reina Elizabeth viajó a Berlín para abrir la Conferencia del Clima Alemana-Británica y ahí le otorgó a Schellnhuber el título de CBE en agradecimiento por sus servicios. La Fundación Europea para el Clima, una institución patrocinada por fondos especulativos cuyo presidente de la Junta de Asesores era Schellnhuber, por consiguiente incrementó su financiamiento a los activistas del clima en Alemania de 2007 en adelante, al mismo tiempo que asesoraba a la Comisión de la Unión Europea sobre la formulación de las normas para las emisiones de CO2. Como asesor de energía de la Canciller alemana Angela Merkel, él fue presumiblemente responsable de que Alemania abandonase la energía nuclear después de la catástrofe del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 en Fukushima.
Curiosamente, apenas un mes después del terremoto, el 7 de abril, la Junta Consultiva Científica sobre el Cambio Ambiental Mundial (WBGU) del gobierno alemán, encabezada por Schellnhuber, publicó un estudio titulado: "Mundo en cambio: contrato social para una gran transformación". Esta fue la propuesta directa a favor del eco-fascismo mundial, una dictadura mundial Verde en la tradición de Thomas Hobbes, H. G. Wells y Carl Schmitt, que proyectaba la completa "descarbonación" de la industria de la energía del mundo. Esto significa la eliminación final de la fisión nuclear, que se desaconseja; la fusión nuclear, que se dice puede estar disponible eventualmente pero que es demasiado complicada; y el abandono total de los combustibles fósiles tales como el carbón, el petróleo y gas natural para el año 2050.
El estudio había estado en preparación por 6 años y curiosamente el presidente de la WBGU, Schellnhuber, lo había designado como "Plan maestro para la transformación social", aunque en realidad debería llamarse plan maestro para una consolidación imperial forzada o incluso "plan maestro para el suicidio colectivo de la raza humana".
Para Alemania, esto empezó su salida entonces como país de la comunidad mundial que podría contribuir con algo significativo, desde un punto de vista científico, a resolver los verdaderos problemas existenciales de la humanidad. Esto empezó también a eliminar de manera voluntaria la posibilidad de hacer descubrimientos científicos del conocimiento necesario, porque empezó a dirigir los recursos humanos e industriales, así como los financieros, hacia campos completamente engañosos de tecnología con densidades de flujo energético menores. Por encima de todo, se sustrajo de este modo el potencial intelectual de los estudiantes e investigadores hacia áreas que representan en última instancia un callejón sin salida en el desarrollo de la humanidad.
El enfoque metodológico del estudio refleja a plenitud el pensamiento lineal estadístico de complejos modelos de computadora, utilizados habitualmente por los analistas de sistemas y como hemos reconocido ya, por ejemplo, en el Club de Roma: la computadora está programada de tal modo que produce el resultado previsto.
Uno sólo puede recomendar que todos los ciudadanos lean esta estudio por si mismos (puede encontrarse en el sitio de Internet del WBGU, www.wbgu.de) y no cometer el mismo error que se cometió en Alemania con otro documento publicado en 1925, es decir, que no se leyó a fondo o no se tomó en serio.
El nuevo Leviatán
Lo que aquí se propone expresis verbis es una "gran transformación" en la cual se pretende cambiar radicalmente la producción, los patrones de consumo y estilos de vida, tal y como sucedió en las dos transformaciones fundamentales anteriores de la historia mundial. Estas dos transformaciones fueron la de la transición de la caza y recolección de las primeras sociedades, al descubrimiento y la extensión de la agricultura y la ganadería –-la llamada "revolución neolítica"-– y la "revolución industrial", que describe la transición de una sociedad agraria a una sociedad industrial. Sin embargo, esta vez la transformación está dirigida hacia atrás, hacia un "orden económico mundial sostenible y compatible con el clima". Y esto significa densidades de flujo energético que aunque los autores naturalmente no lo dicen corresponden en realidad al potencial de población de una sociedad pre-industrial, uno o dos mil millones de personas aproximadamente. Es obvio: si se sujeta a los países en vías de desarrollo y a los llamados países recién industrializados a este dictado ecologista, la tasa de mortalidad aumentará sin límite.
Para poder crear el "marco contractual" para este nuevo orden económico mundial sustentable, sus autores exigen pomposamente un nuevo "contrato social mundial", una idea expresamente "vinculada a modelos del derecho natural propios de las primeras sociedades modernas". No mencionan expresamente sí esto significa un contrato social en el sentido de Rousseau, el cual exige una "completa alienación de cada miembro de la sociedad, con todos sus derechos, dentro de toda la comunidad", o "el gran Leviatán" de Thomas Hobbes, en el cual los seres humanos transfieren sus derechos y poderes a un supervisor del Estado, que representa los poderes ejecutivo, legislativo y judicial en una sola persona que posee el monopolio del poder y que no puede ser depuesto del cargo.
En cualquier caso, el nuevo Leviatán, llamado aquí "la arquitectura de la gobernanza global" y cuya expresión superior se supone que sea un consejo de Naciones Unidas para el desarrollo sustentable al nivel del Consejo de Seguridad y que refleje la comunidad de Estados del siglo 21, ha de ser el gobierno mundial representando autoridad absoluta.
El Papa Francisco capitula
El hecho de que el CBE Schellnhuber haya conseguido que su programa sea aceptado por la Academia Pontificia de las Ciencias, plantea muy serios interrogantes sobre la manera en que esto fue posible. Por el hecho de que la reciente enclítica "Laudato Si' " del Papa Francisco, en la que se presenta el cambio climático de origen antropogénico como un hecho científico cierto, representa una ruptura completa con la visión de la humanidad en la tradición agustiniana de la Iglesia Católica, y una ruptura con las encíclicas desde el Papa León XIII. Schellnhuber fue uno de los tres voceros que presentaron la nueva encíclica el 18 de Junio en Roma.
En una conferencia sobre el clima organizada por el Vaticano en 2007, el presidente de la Federación Mundial de Científicos, Antonio Zichini, debido a la complejidad del problema, rechazó el uso de modelos generados por computadora por ser completamente inadecuados para realizar pronósticos climáticos de largo plazo, y señaló además las múltiples influencias del sistema solar y de la galaxia sobre el clima de la Tierra, y por el contrario caracterizó la contribución del hombre al cambio climático como absolutamente insignificante. Varios de los ponentes contradijeron al entonces Ministro de Medio Ambiente del Reino Unido, Ed Miliband, cuando éste afirmó que los objetivos del gobierno británico eran los mismos que los del Papa Juan Pablo II y Benedicto XVI; el hecho es que ambos Papas se habían opuesto específicamente a los controles de natalidad y de población que propuso el Informe de la Comisión Brundtland y la WWF. Incluso durante la Cumbre de Copenhagen sobre el Clima de 2009, el Vaticano atacó muy claramente la tendencia maltusiana del evento.
Con la incorporación de las ideas de Schellnhuber dentro de la encíclica y el consiguiente rechazo a un enfoque serio, la Iglesia Católica se ha envuelto de nuevo en efecto en otro "caso Galileo". En aquel caso la Iglesia necesitó 346 años antes de que el Papa Juan Pablo II en 1979, con ocasión al cien aniversario del nacimiento de Albert Einstein, iniciase una revisión del caso para finalmente admitir el error de la Iglesia, después de 13 años de juicio, en 1992.
En su discurso ante los participantes de la congregación plena de la Academia Pontificia de las Ciencias, el Papa Juan Pablo II dijo, inter alia:
"Podemos aprender del caso Galileo una lección que resulta válida en relación a situaciones similares que ocurren hoy día y que quizás pueden ocurrir en el futuro.
En la época de Galileo, la representación del mundo como carente de un punto de referencia físico absoluto, era algo por así decir, inconcebible. Y como el Cosmos, tal y como era conocido entonces, estaba contenido en el sistema solar únicamente, este punto de referencia solo podía estar situado en la tierra o el sol. En la actualidad, después de Einstein y dentro de la perspectiva de la cosmología contemporánea, ninguno de esos puntos de referencia tiene la importancia que tenía entonces. Esta observación, no hace falta decir, no va dirigida en contra de la validez de la posición de Galileo en el debate; es tan solo una manera de mostrar que más allá de percepciones parciales y contrapuestas, existe una percepción más amplia que las incluye y que va más allá de ellas".
Tan solo podemos esperar que el Papa Francisco, que por otro lado ha dicho cosas muy importantes acerca del carácter del actual sistema de capital financiero, a saber, que es un sistema que transgrede el Quinto Mandamiento, "No matarás", incluirá en su interpretación nuestro actual conocimiento del universo que abarca no solo a nuestra galaxia, cuya influencia sobre el clima de este planeta es decisiva, sino a millones de galaxias. Uno podría confiar entonces de que no apoyaría una política pseudo-climática que reduce el potencial de población de la Tierra hasta mil millones de personas.
La realeza nazi británica
El intento de los participantes en la "Conferencia de París de 2015" por establecer objetivos vinculantes sobre el clima, cuyo fundamento total es un fraude gigantesco y que solo se puede llevar a cabo mediante una dictadura mundial –-y ello en un mundo que se encuentra en un grave peligro de destrucción en una tercera guerra global, esta vez termonuclear; un mundo en el que el sistema financiero transatlántico enfrenta una inminente implosión; y en el que docenas de millones de personas son refugiados por hambre, guerra y epidemias—debe ser derrotado definitivamente en todo caso. Esto debe de pasar a la historia como el último intento miserable de un decadente imperio británico para propagar sus planes inhumanos, tal y como el príncipe Felipe ha proclamado ad nauseam, antes de que este imperio finalmente llegue a su fin.
Las recientes revelaciones sobre los amplios nexos de la Casa de Windsor con el régimen nazi no son una sorpresa para los historiadores. En este respecto, la divulgación de una segunda película familiar de 17 segundos en la que se puede ver a Elizabeth de unos 7 u 8 años de edad entonces –-más tarde la reina Elizabeth II—haciendo el saludo a Hitler, tan solo es la punta del témpano. En semanas recientes han circulado cientos de artículos, principalmente en la prensa británica y estadounidense y en Internet, que arrojan luz sobre la abierta admiración hacia Hitler y los nazis por parte de varios miembros de la monarquía y de la nobleza británica. Las simpatías del tío de Elizabeth, el más tarde rey Eduardo VIII y que tras su abdicación se convertiría en el Duque de Windsor, son bien conocidas. Más explosivo aún es el rol del príncipe Felipe, el cual mantuvo nexos cercanos con oficiales nazis en altos cargos a través de sus tres hermanas, quienes contrajeron matrimonio con miembros destacados del Partido Nacional Socialista y la SS.
El Times of Israel publicó una detallada entrevista con la historiadora germano-británica Karina Urbach de la Universidad de Londres sobre los resultados de su investigación al respecto, los cuales se han publicado recientemente en un libro titulado Verbindung-sleute zu Hitler (Intermediario de Hitler). En él se identifica una intensa alianza entre una amplia sección de la oligarquía británica y los nazis, lo cual jugo un papel central en la geopolítica británica entre las dos guerras mundiales.
El asesor sobre cuestiones de religión y del clima del príncipe Felipe, Martin Palmer, que en su función de secretario general de la "Alianza de las Religiones y la Protección Ambiental", organizó una llamada "cumbre de la consciencia" el 21 de julio en París, en preparación de la conferencia de diciembre, atacó "la doctrina de la salvación antropocéntrica" en esa ocasión. Lo que quiso decir con esto es que las religiones como el cristianismo, el judaísmo y el islamismo, tenían dificultades para entender que la humanidad simplemente no es tan importante. Debe de haber un debate entre representantes de estas religiones, dijo, a fin de extirpar la idea de que la especie humana representa algo único.
La "descarbonación" es genocidio verde
Aquí sale la ideología antihumana de nuevo, lo cual viene a ser algo tan característico de la Revolución Conservadora dirigida en contra de las "ideas de 1789", como lo es también de los nazis y del movimiento Verde: El ser humano es solo un animal superior y por tanto, la vida humana no es ni en el más mínimo grado más inviolable que la de otros animales; uno podría reducir el número de seres humanos si es necesario, ya sean los hilotas de la antigua Esparta, o los "comensales inútiles" de los nazis, o ahora los 6 mil millones de personas que deben ser sacrificadas por las metas del clima. Armin Mohler, antiguo director de la Fundación Siemens, describió en su libro del mismo nombre, que la Revolución Conservadora quiere por lo tanto volver a la mitología precristiana de Gaia, ya que fue la visión cristiana de la humanidad la que trajo consigo el optimismo cultural que hizo posible el desarrollo moderno de la especie humana.
El cristianismo tuvo ese efecto liberador para Europa, en todo caso, y tal como lo formuló Nicolás de Cusa, fue exactamente la vis creativa del ser humano, derivada de la característica humana en tanto imago viva dei, la imagen viva de Dios, la que fue base de la ilimitada capacidad de perfeccionamiento humano y de la identidad humana como la culminación de la Creación, y no como un animal superior. El mismo optimismo cultural se encuentra en el Confucianismo en China y se refleja también en las escrituras Védicas de la India. En las tradiciones a favor de la ciencia de estas culturas puede encontrarse también la razón de que ambas naciones, en la Conferencia sobre el Clima de Copenhagen en 2009, se mantuvieron firmemente opuestas a la mafia del cambio climático antropogénico y le dieron su apoyo al G77 para que finalmente rechazaran la firma de un "pacto suicida", como lo expresó el entonces presidente de del G77, Lumumba Di-Aping de Sudán en una conferencia de prensa.
Los países recién industrializados y los países en desarrollo ciertamente tienen todos los problemas ambientales, derivados por una producción forzada con mano de obra barata o por una falta total de desarrollo; pero esto no significó que estos países no estuviesen en posición de reconocer las consecuencias del "plan maestro" para la descarbonación de la economía mundial. Se trataba esencialmente de su población la que pertenecía a los seis mil millones de seres humanos para los cuales supuestamente la capacidad de carga de la Tierra no es suficiente.
En el caso improbable de que la Cumbre sobre el Clima de París de 2015 tuviese éxito en la adopción de cuotas vinculantes para la reducción de CO2, podemos esperar un mundo que se parecería más o menos a lo que habría lucido en el caso de que Hitler hubiese ganado la guerra.
Por tanto, debemos hacer todo lo posible para lograr un nuevo paradigma en la historia de la humanidad, en el cual la ciencia ya nunca más venda su integridad por dinero.